viernes, 9 de noviembre de 2007

Miércoles 3 de octubre - Gáldar - El Risco de Agaete)

No me siento muy distinta a ese Águila Real aunque no puedo volar. (Crónica paso a paso)
El día de hoy estuvo lleno de contrastes. Me llamó la concejala y me invitó a desayunar, me acompañó a la salida del pueblo donde esperaba Pepe el Cojo, un hombre que ayer supo de mi llegada y salió a recibirme; hoy se ofreció a cojer algo del peso que no iba a necesitar en la travesía y dejarmelo en el bar del Risco. Acepté, lo cual es un alivio para mi espalda.
Al despedirme, sonó el movil de la concejala, era una periodista del Ayuntamiento que quería localizarme, así que la esperé y despues de hablar con ella, comencé mi caminata. Durante el trayecto hasta Agaete no paró de sonar el movil; se acercó una televisión...comenzó la lluvia, la recibí como un regalo del cielo; sirvió para refrescarme sin llegar a demasiado, por un momento pensé que los ángeles me ofrecían sus bendiciones.
Pasé por Agaete, sintiéndome casi invisible, aunque los ancianos al verme caminar, me preguntaron y me mostraron un atajo; me dijeron que en el trayecto que quería recorrer había varios, pero al no conocerlos, no pude aprovecharlos.
Durante ese atajo, apareció otro equipo de televisión y el rodaje creo que pudo quedar bonito, me pilló saliendo de un camino rural y ya se había terminado la autovía, el mar al fondo, creo que estos chicos disfrutaron el trabajo. Durante el rodaje, recibí una llamada telefónica, alguien que había escuchado la Cope entrevistando a Ismael Rodriguez, asesor de la Alcaldesa de San Bartolomé de Tirajana, decía que el único modo de que yo tuviera algún tipo de ayuda era si las solicitudes las firmaba mi marido ya que él estaba empadronado en la casa.
Si tenemos en cuenta que la propiedad está a mi nombre, que nunca me he casado y que además en nuestra sociedad hay separación de bienes, pues no acabo de creérmelo; no obstante le he pasado la información a mi abogada para que ella vea como seguir adelante.
Después de hablar con mi abogada, me sonó el mensaje " su saldo es inferior a 3 euros" así que mandé algún sos, y al ratito alguien me puso 10 euros. Gracias. Toda esta situación, me alteró un poco emocionalmente, te sientes tan impotente... Pero de repente empiezan a pasar coches, te tocan la pita, te dan ánimos, e incluso la gente que sabe por donde voy, se acerca con el coche para ofrecerme agua e incluso, Domingo del Risco, sabiendo que yo íba hacia su barrio, vino a traerme fruta fresca, recién salida de la nevera, ¡ Qué placer cuando le hinqué el diente!; Fué Pepe el cojo el que se encargó de informar a los habitantes del Risco de que mi próxima noche la pasaría aquí, enseguida se ofrecieron a darme hospedaje, ademas están de fiestas y me quieren dar a las 20 h. una bienvenida oficial en la plaza.
Ha sido el primer día que no he caminado por la autovía. El paisaje hermosísimo, esas rocas enormes a mi izquierda, el océano al fondo a mi derecha, me sentía tan pequeña, como si caminara sobre el vientre de un gigante. Un cernícalo llamó mi atención, me paré, obsevé la mar, tranquila, serena, inmensa, y ví otro pájaro volando, me pareció un águila pescadora, pero como estaba muy lejos no estoy segura.
En aquel momento sentí casi envidia, como me hubiera gustado tener alas y revolotear sobre las aguas jugando con la brisa, pero me ha tocado ser persona y tener dos piernas fuertes que me permiten caminar, paso a paso, un aliento entra, luego sale y la vida se me regala instante a instante.
¿Sabíais que el Aguila Real cuando llega aproximadamente a los 30 años ha perdido fuerza en su pico, en sus garras y sus plumas ya no le permiten volar bién, entonces busca un risco donde retirarse como hermitaño, se arranca las garras, se arranca las plumas, y frota su pico contra la roca hasta que lo pierde. Es un proceso de 150 días hasta que todo lo perdido le vuelve a crecer, si ella es capaz de sobrevivir en el proceso, puede llegar a vivir 30 años más. No me siento muy distinta a ese Águila Real aunque no puedo volar. Ya para acabar que tengo prisa, decir que la última parte del trayecto se me ha echo bastante dura, desde que ví a lo lejos El Risco, era como que las ganas de llegar me despertaron el agotamiento y mientras caminaba, pensé en todas esas personas que no hace tantos años caminaban mucho mas que yo, cargando piñas para hacer carbón, así que comencé a dedicar mis pasos a su honor y como por arte de magia encontré ligereza. Aún no he descansado realmente pero me siento fresca como una rosa./PALOMA MONTEMAYOR

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